domingo, 6 de septiembre de 2009

Cal Tjader, Suena El Vibráfono


Por: Samuel Piñago

El vibráfono, éste era el instrumento de fantasía que Cal Tjader solía tocar como un mago del ritmo. Se celebran 80 años del natalicio de uno de los más importantes vibrafonistas del jazz latino, un director de grupo que influenció profundamente el mundo de este género.

Cal Tjader es amado incluso después de haberse cumplido 20 años de su muerte. Quizás porque no se encuentra explicación de cómo un hombre de ascendencia sueca, sin ningún vínculo de sangre con Cuba o con Puerto Rico, haya tenido un éxito tan grande e importante interpretando el jazz afrocubano. 
Los padres de Tjader eran ‘vaudevillians’, artistas que viajaban de un lugar a otro haciendo espectáculos cómicos y de danza. 

Su padre era bailarín de tap y su madre tocaba el piano. A su paso por la ciudad de Saint Louis, se precipitó el nacimiento de Cal, pero sería hasta 1927, cuando la familia viaja hacia California para abrir una escuela de danza, que Cal empieza a tener contacto con el arte. El pequeño comenzó a bailar profesionalmente a la edad de 3 años y llegó a aparecer con bailarines famosos de la época en una película llamada “El blanco de la nube negra de la alegría.” 

El sonido de Cal era natural y tenía un ‘feeling’ bastante sentimental. Era muy interesante cómo él usaba el sonido y sus técnicas cuando tocaba las baladas. Cal amaba su instrumento y “abrazaba cada nota”, se puede escuchar en sus composiciones, tenía sensibilidad y una forma de acompañar única.

Cal aprendería a tocar el piano con su madre a los 14 años. El descubrimiento del jazz lo llevó a tocar batería e integrar una banda de Dixieland en el colegio, así como a participar en varios concursos de batería, llegando a la final de una de estas competencias, que, por el bien de otros instrumentos que después interpretaría, afortunadamente perdió. 

Durante los años 43 al 46, Tjader se enroló en la Armada Americana, para tiempo después matricularse en la Universidad de San José y más tarde en la de San Francisco. En esta última conoció al pianista Dave Brubeck y al saxofonista Paul Desmond, con quienes tocó y grabó en octetos experimentales.

Uno de los hechos curiosos de la carrera de este músico fue la facilidad para los instrumentos. Tjader fue aprendiz empírico de varios de ellos y aprendió a tocar bongos de la noche a la mañana. Un buen día, al escuchar que un tipo llamado Nick Espósito buscaba un bongosero que pudiera tocar en una de sus grabaciones, él, un afiebrado de la música, se unió al proyecto. 

El inquieto Cal grabó con Stan Getz uno de sus más interesantes trabajos jazzísticos. Más adelante tocó con el quinteto de George Shearing, en el vibráfono, y ocasionalmente en el bongó.

La percepción de Cal era de un gran acierto, sabía lo que quería y luchó hasta conseguirlo, buscaba autenticidad en su máximo nivel y trajo a uno de los grandes arreglistas de todos los tiempos, Claus Ogerman, para este álbum. Con esto nos dio una posibilidad de entremezclarnos totalmente.Fue durante este tiempo, mientras trabajaba con Al McKibbon, empezó a escuchar a Tito Puente. De este encuentro se desprendió su profundo interés por el jazz latino. 

Mientras estaba con Shearing, Tjader grabó algunos álbumes, el primero de ellos se llamó ‘Ritmo Caliente’, el primer álbum afrocubano de Tjader, quien luego inició con su nuevo grupo un esquema musical en quinteto que influenció bastante a los músicos de esa época: vibráfono, bajo, piano y dos percusiones. 

Tjader siempre tuvo una gran audiencia que lo seguía constantemente, al igual que excelentes músicos; entre los años 54 y 57 tocaba junto a pianistas como Manuel Durán y Vince Guaraldi, también con Al Mckibbon y Luis Miranda en las congas (quien era conguero de Machito). Ya en el 58 Willi Bobo y Mongo Santamaría trabajaron varios años con él (ambos acababan de salir de la orquesta de Tito Puente para unirse a Cal Tjader) y con José ‘Chombo’ Silva — prácticamente una de las alineaciones más fuertes de Tjader—. En una época Tjader llegó a tener a Mongo, Bobo y Peraza en su grupo, una especie de ‘Dream Team’ de la percusión. En 1961 Santamaría y Bobo se separan y toman su propio camino.

En el año 64, con la canción ‘Soul Sauce’, conocida como ‘Wachi-Waro’ (era una canción de Dizzy Gillespie con Chano Pozo) vendió casi 100 mil copias; este disco fue calificado como un clásico de la salsa que ayudó a popularizar este género a nivel del público latino. También fue muy importante la colaboración que hizo Tjader con 
Eddie Palmieri en un disco que se llamó ‘El sonido nuevo’, con el cual ganó un Grammy. 
Palmieri comentaba acerca de este proyecto: “Cal tenía la apariencia de un muchacho americano perfecto, pero era uno de los vibrafonistas más naturales con los que yo tuve la posibilidad de compartir escenario. 

Cuando él llegó a mi banda, ‘La Perfecta’, estaba en su más alto nivel. Para mí fue un gran orgullo que él quisiera grabar conmigo, yo nunca había grabado con él, pero sí lo había oído”. Y agrega: “en alguna época la Costa Oeste de los Estados Unidos estuvo relegada 5 años atrás en términos de música latina a comparación de Nueva York. El cordón umbilical iba directamente de Cuba a Nueva York, todos los grandes músicos y arreglistas llegaban a Nueva York, tú podías conseguir partituras por 50 centavos de dólar. Fue una época en donde Machito, Tito Puente y Tito Rodríguez hacían un disco semanal, y poco a poco las bandas empezaron a ir a la Costa Oeste, hecho que ayudó a que se pusieran al día.

Cuando Cal Tjader trajo a Mongo y a Willi Bobo a San Francisco, le dio la vuelta a esta situación, los dos eran los más grandes en sus instrumentos y esto afectó toda la Costa Oeste. Todos los músicos de esta región deberían estar agradecidos por ese hecho con Cal Tjader, fue un visionario y por lo menos estuvo una década adelantado a su tiempo; después de este momento la música latina en la Costa Oeste se volvió seria. Cuando Cal murió yo me fui al sótano de mi casa y toqué un número que había hecho para nuestro segundo álbum que se llamaba ‘Resemblance’, era un vals, me tocó muchísimo ese momento, Cal era un ser humano bellísimo, sin ninguna pretensión, simplemente se inclinaba hacia un lado y oía. Lo que él ha hecho para la música latina nunca podrá ser olvidado”. 

Algunas grabaciones ‘Sui Géneris’ de Tjader son ‘Primo’, con Charlie Palmieri, y Tito Puente como invitado especial; ‘Amazonas’, junto a Airto Moreira, Hermeto Pascual, y un disco grabado cuatro meses antes de morir, ‘Heat Wave’, con la cantante de jazz Carmen McRae, un acercamiento al género latino, por el que ganó un Grammy.

A través de los años se perpetuó el sonido aterciopelado y mentolado del vibráfono, muy de su estilo, que combinado con la percusión afrocubana creó un coctel tremendamente explosivo. Entre los años 72 y 76 su trabajo disminuye y su carrera se viene, temporalmente, a menos, no obstante en esta época grabó cerca de una docena de discos. Más adelante Tjader inicia con éxito su último periodo con la disquera Concord Picante (en la que también grabó Tito Puente), considerado uno de los sellos de los grandes del latín jazz, y que incluso —dicen— fue creada para documentar la música de Cal Tjader. Su banda fue frecuentemente un sexteto y tuvo como una de sus estrellas al joven Poncho Sánchez, que continúa hoy en día con la tradición de Cal.

Cal Tjader nació en una gira y murió en otra, en un tour por las Filipinas sufrió un ataque al corazón a la edad de 56 años, dejando un legado musical que aún hoy es sumamente moderno.

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