domingo, 6 de septiembre de 2009

“Pido la Palabra” Por: Willie Colón


La noche del 29 de junio de 1993 cuando se confirmó el deceso de Héctor Lavoe, Willie Colón, su eterno compañero, se hallaba en una gira por España. Consternado por la noticia, con lágrimas en los ojos detuvo un concierto en Sevilla y pidió al público un minuto de silencio por la pérdida de su amigo y compañero musical.

El jueves primero de julio mientras los restos de Lavoe eran velados en la funeraria Frank E. Cambell de la calle 81 y la avenida Madison en Manhatan, el Diario La Prensa de Nueva York publicaba la última carta abierta que enviaba Willie Colón a Héctor Lavoe, escrita la noche de su muerte. Ahora que la figura de Lavoe esta en boga a raíz de la película El Cantante, protagonizada por Jennifer López y Marc Anthony, no sobra recordar lo escrito por Colón como homenaje y despedida a “La voz”. ¡Cuánta razón tenía Willie! El bochorno continua, pero los melómanos agradecidos tenemos la obligación de desenfundar los discos originales y enseñarle al mundo quien es el original, el verdadero Cantante de los cantantes.

“Pido la Palabra” Por: Willie Colón

El Diario/La Prensa (Jueves, 1 de Julio de 1993 – Página 19)

El jíbaro de Machuelito, cerca de la cantera de Ponce. El espíritu de Borinquen y los barrios pobres de toda América. El aguacate de 90 libras que llegó a los nuevayores para fajarse con los bravos. Aquel muchacho que aplicó los cantos de Gardel, Felipe Pirela, Ramito, Odilio, con los rosarios de la cruz agregándole la malicia de Cheo y Maelo, dándole una voz a ese vacío de desolación enajenada que los de banda acá no podíamos cruzar. Héctor Juan Pérez fue ese puente entre el pasado y el futuro de nuestra cultura popular. Héctor Juan Pérez se transformó en una persona llamada Héctor Lavoe para poder cumplir una misión que poco a poco se convirtió de un crucero de placer a un desafío contra viento y marea.

Graduado en la Universidad del Refraneo con altos honores. Miembro del Gran Circulo de los Soneros, poeta de la calle, maleante honorario, héroe y mártir de las guerras cuchifriteras donde batalló valientemente por muchísimos años. Los ‘capitanes de la Mandinga’ lo respetaban. Por eso lo bautizaron ‘El Cantante de Los Cantantes’. Los ‘beginers’ le temían. Cuando se trataba de labia, Héctor Lavoe era bravo. En cuestiones de negocio, amor y amistad, no lo era. El pueblo fue cómplice de esta tragedia. Héctor le podía mentar la madre a todo el mundo y el público se reía. Lo malcriaron.

La historia de Héctor Lavoe está llena de traiciones y desengaños. El jibarito ‘good lookin’ que volvía a todas las mamis locas, quería también ser un malote de barrio. Con el tiempo, los ‘regalitos’ de sus ‘amigos’ del traqueteo se convirtieron en gruesas y pesadas cadenas. Este fallo repercutió en una serie fatal que al final nos llevó a ese muchacho que le cantó al Todopoderoso con todo su corazón.

También fue traicionado por el mundo del negocio; disqueros que siguen viviendo como jeques sauditas, vendiendo sus discos y revendiéndolos en CD sin pagar derechos de difusión, mientras Lavoe quedó lánguido en su pobreza; promotores que le ofrecían migajas para poder vender boletos a sus espectáculos donde exhibían a ‘El Cantante de los Cantantes’ en su agonía; impostores tratando de reclamar la carrera y la memoria de Héctor Lavoe como propiedad personal; la comunidad legal latina también le dio la espalda cuando reclamamos de su ayuda para defenderlo contra la explotación; y yo, que también lo traicionó al no tener el valor de verlo en esa condición.

La vida valía más que el dolor para Héctor y, al descubrir esto, se le acercaron los tiburones de agua sucia como si estuviera sangrando. Dios sabe que aquellos que se han ganado la vida devorando a otros y viviendo solamente por el billete tendrán pocos que les lloren y menos que los recuerden en sus rezos.

Pionero, maestro, compañero, hoy América Latina llora por ti. Héroe de la gente pobre, víctima de las amenazas que estan acabando con nuestro pueblo. Mártir de la salsa, el monstruo que ayudaste a crear. 

Perdónanos Héctor.

Willie Colón.

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