domingo, 6 de septiembre de 2009
“Síntesis De La Historia Del Bolero”
Articulo Obtenido De “El Blog Del Bolero”
El bolero es un ritmo con raíces españolas, reinventado en varios países hispanoamericanos de la cuenca del Caribe: Cuba, Puerto Rico, Republica Dominicana, Colombia, México, Perú, Venezuela y otros. Parece ser que el origen del bolero está en los compases de la contradanza del siglo XVIII. A partir de 1830, el género ya tenía algunas características del danzón y de la habanera (que aparecieron a lo largo del siglo XIX en el folclore cubano). Precisamente esta última fue la que más contribuyó a la evolución del bolero en cuanto a sus afinidades rítmicas. En 1983 ya se reporta la existencia de los primeros cantores que componían composiciones del género, tal como lo conocemos actualmente. Aquellos cantores, José Sánchez y Nicolás Camacho (éste último no dejó composiciones) fueron los primeros, especialmente Sánchez, en estructurar el bolero en cuanto a composición. A partir del primero y segundo cuarto del siglo XX la expansión del bolero se debe a varios factores, dependiendo del país.
En México, además de la influencia de la lírica italiana y de la zarzuela española, la danza habanera se desarrolló en aquel país. En Puerto Rico se gestó su evolución con mucha más importancia gracias a la influencia musical cubana. Ya por el resto del continente americano, el bolero se adaptó de diferentes maneras según su similitud con ritmos de los países donde los acogían y fue difundido por giras efectuadas por artistas mexicanos y cubanos por Perú, Ecuador y Colombia, principalmente, además de por los cada vez más modernos medios de comunicación (principalmente la radio y los discos fonográficos). Luego finalmente se expandiría al Cono Sur, Brasil, Centroamérica y Venezuela. Sobre el origen del bolero existen diversas teorías, la mayoría señala a Europa como la cuna del género. Así, el bolero vendría de España, siendo inicialmente una danza de movimiento ligero.
Posiblemente se tratara de una manifestación musical gitana, pues su nombre puede venir de la expresión «Volero», de volar, y las danzas gitanas a veces implican movimientos agudos y rápidos que aparentan el vuelo de aves. Además, si nos fijamos en la instrumentación musical de las danzas gitanas, notamos guitarras y unas cajas de madera que hacen de percusión, además del aplauso y del uso de las palmas de las manos]. Con esta instrumentación llega el bolero a América, específicamente a Cuba, donde la fusión con los ritmos africanos de la zona caribeña dio como resultado el compás cadencioso del bolero como lo conocemos en su acompañamiento clásico: con unas guitarras y unos bongós, congas o tumbadoras como percusión. Se acepta que el primer bolero compuesto fue Tristezas, escrito por el cubano José Pepe Sánchez en Santiago de Cuba en 1886; aunque algunos difieren la fecha, lo importante es que esa pieza dio origen formal al género y con el acompañamiento musical que denominamos «clásico» (las guitarras y la percusión); así el bolero evolucionó de música de cantinas y peñas a música de serenatas.
El toque romántico le permitió adaptarse a todas las clases y el avance tecnológico (en este caso, la radio) le permitió universalizarse y luego otro prodigio de la ciencia (la grabación y el disco de acetato y vinilo) le permitió perpetuarse en el tiempo. La irradiación musical de Cuba se hizo sentir no sólo con el bolero sino con el son, el danzón, la guaracha, el mambo y el cha cha chà, entre otros. Los países que se ven bañados por el mar Caribe asumieron pronto como propio el producto que Cuba les daba de contrabando entre la década de los veinte y los treinta. Eso permitiría la fusión y el engrandecimiento del bolero con otros géneros musicales, dándose como resultados los subgéneros: bolero rítmico, bolero cha-cha-chá, bolero mambo, o inclusive la bachata (bolero dominicano), el bolero ranchero (mezcla de bolero y mariachí mexicano) y el bolero moruno (bolero con mezclas gitanas e hispánicas).
Pero otro hecho que contribuirá al ascenso del bolero es la inesperada muerte del rey del tango, Carlos Gardel, en 1935, que dejó a dicho género musical sureño sin un destacado intérprete. Por ello decayó el afán por el tango tras la muerte de su mejor voz, lo que permitió la expansión del bolero. Primero sería la era de los tríos de guitarra, luego las grandes orquestas tropicales que incursionaban en el bolero, después las orquestas al estilo big band y, por último, verdaderas orquestas sinfónicas darían forma al acompañamiento musical del bolero que durante casi treinta años (1935–1965) dominó el espectro musical latinoamericano, valiéndose de los recursos comunicativos de la época: primero la radio y los programas en vivo, luego los discos (primero de 78 revoluciones por minuto, luego 45 r.p.m. y finalmente 33 r.p.m, llamados Long Plays o LPs), después el cine y finalmente la televisión. El proceso no dejó a nadie de la región fuera: Cuba y México se convirtieron en las mecas y centros artísticos, y artistas de toda la región participaron y se destacaron (compositores e intérpretes): además de México y Cuba, los hubo de Puerto Rico, Venezuela, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina, y hasta de Brasil y España.
Varios factores contribuyeron al auge de la era dorada del bolero, ya señalamos la caída del tango, además de eso tenemos primero un cierto aislamiento cultural de América Latina en los años cercanos y posteriores a la primera guerra mundial, que no permitió a estos países integrarse a la era llena de influencias musicales que no fueran el vals, el pasodoble o el fox-trox, venidos de Europa o los Estados Unidos, esto permitió al Bolero cultivarse y desarrollarse con calma sin claras competencias que lo amenazaran, destacamos también que los países «influyentes» no estaban interesados en vendernos su cultura y sus gustos, solo mostraban interés porque América Latina les comprase sus productos. A su vez, la existencia de regímenes militares de facto, influyó curiosamente en el éxito del bolero, pues a estos gobiernos les interesaba ver a la población entretenida en sus gustos, para que olvidaran la política, por ello la era dorada del Bolero está asociada en gran parte al periodo de las dictaduras de la década de los cincuenta. Asimismo la difusión de ídolos por medio del cine le dio una difusión y vigencia enorme al Bolero.
Pero Cuando América Latina rompió su relativo aislamiento cultural después de la segunda guerra mundial y se integró a un mundo competitivo y cosmopolita de influencias, el bolero decayó. La balada pop vino a ocupar el puesto de lo «romántico», que antes tenía indiscutiblemente el bolero, lo mismo pasaría con la música bailable, la era de las guarachas y el cha cha chà fue sustituida por el rock and roll, la salsa brava y el merengue. No podemos afirmar que el bolero muriese, si bien quedó relegado a sus exponentes originales, quienes lo interpretarían hasta el final de sus días (como Alfredo Sadel o Daniel Santos), y a sus fanáticos, casi siempre de edad avanzada; además, el tono romántico de las baladas posteriores siempre estuvo influenciado por el bolero, pues eso hacía Armando Manzanero, disfrazaba de baladas sus composiciones, que eran boleros; así también Marco Antonio Muñíz o José José, quienes en entrevistas a la prensa confesaban que lo que siempre interpretaban en lo romántico eran boleros, sólo que lo acompañaban musicalmente como baladas pop.
Por ello la llamada «resurrección» realizada por Luís Miguel, si bien tiene méritos propios, fue también la consecuencia de un ambiente previo plagado de romanticismo, que era indiscutiblemente heredero de las glorias doradas del bolero. Entre las variantes del bolero se pueden citar el bolero-son, desarrollado entre 1927 y 1928 y la tristeza, que se caracteriza por letras sobre el vivir diario y el desamor. Al llegar la década de los 60 y 70, con la popularización de otros géneros como el rock y la balada (que no era otra cosa que el bolero que se pretendió disfrazar con otro ritmo), el bolero entra en una fase de letargo, de descanso, pero nunca de decadencia, pues sus consuetudinarios interpretes siempre prosiguieron con sus interpretaciones, hasta el punto de alcanzar sus elementos románticos niveles de imperecederos, aunque otros opinen lo contrario. Con la década de los 80, llegaría una época de renovación integral que le devolvería su estilo de los años dorados (1930-1960), alcanzando un nivel de imperdurabilidad, como no lo ha hecho ningún otro ritmo, legando a las generaciones futuras el conocimiento de lo que fue el romance puro, la musicalidad de la poesía romántica, desde el punto de vista de su interpretación por quienes hicieron de ello una pasión.
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